Ayer un grupo de feligreses, presididos por nuestro párroco D. José Luis, han asistido a la ceremonia de beatificación de José María Fernández Sánchez (bautizado en nuestra parroquia) y otros 59 compañeros. La mayoría de ellos pertenecientes a la familia vicenciana (consagrados y laicos) junto con cinco sacerdotes diocesanos.

La Santa Misa de la beatificación se celebró en el madrileño Palacio de Vistalegre y ha estado presidia por el legado pontificio, Cardenal Angelo Amato acompañado por gran cantidad de obispos y sacerdotes con una gran presencia de fieles. Uno de los momentos más importantes fue la entrada de las reliquias de los nuevos beatos, una vez leída la Carta Apostólica por el legado pontificio, para ser veneradas públicamente por primera vez. Una de esas reliquias será recibida en nuestra parroquia el próximo 26 de noviembre en la Santa Misa de las doce.

 

Recién ordenado sacerdote

El Beato José María nació en Oviedo (Asturias) el 15 de enero de 1875. Bautizado en nuestra parroquia de San Isidoro el Real el día 16 de ese mismo mes. Fue seminarista en la Diócesis de Oviedo. Ingresó en el noviciado de los Padres Paúles en Madrid en el año 1895. Profesó el 25 de abril de 1897. Completó sus estudios en el Colegio Leoniano de Roma adquiriendo el grado de doctor en Sagrada Teología. Es ordenado sacerdote el 10 de octubre de 1898. Fue profesor en Hortaleza, Madrid y Guadalajara. En 1921 lo destinaron a fundar la misión de Cuttack (India), diócesis de Vizagapatán, provincia de Orissa. En 1925, al ser erigida esta misión en viceprovincia, ya con tres comunidades, fue nombrado Vicevisitador. De regreso a la patria, en 1927 ocupó la cátedra de teología pastoral en el Seminario de Oviedo hasta que, en 1930, fue nombrado subdirector de la Provincia Española de las Hijas de la Caridad, cargo que desempeñará hasta su muerte.

 

Acompañado de dos sobrinos una vez regresado de la India

Lo prendieron en su comunidad conocida como “Casa de Capellanes” por serlo del Noviciado de las Hijas de la Caridad, el sábado 25 de julio de 1936. No obstante, a pesar de estar condenado a muerte desde el primer momento, no lo mataron hasta meses más tarde; querían arrancarle noticias útiles para su labor de perseguir a la Iglesia y para ello le sometieron a interrogatorios y careos pesadísimos. Fue martirizado, junto a otros dos sacerdotes y cinco hermanos coadjutores de la Congregación de la Misión, en el cementerio de Vallecas el 23 de octubre de 1936. Tenía 61 años.