Este fin de semana nuestra parroquia se encuentra inmersa en la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, devoción profundamente arraigada en la devoción popular de la feligresía.

Ayer, sábado, último día de la novena la Escolanía San Salvador interpretó el canto del Akáthistos como conclusión de ésta. Nacido en el Oriente cristiano hace 1.500 años es uno de los himnos litúrgicos dedicado a la Madre de Dios (en griego, Theotokos: la que dio a luz a Dios). Literalmente significa “no sentado” y se llama así porque se canta y se escucha de pie en señal de reverencia, como el Evangelio, a diferencia de otros himnos en la liturgia bizantina.

Es un himno de acción de gracias, una compilación de hagiografías de Iglesias ortodoxas y católicas orientales. Los cristianos se lo cantaban a la Virgen en las celebraciones nocturnas de agradecimiento por sus prodigiosas intervenciones en la ciudad de Constantinopla, consagrada a ella, que recurría a su protección cuando se veía asediada por los bárbaros y le daba gracias con vigilias y cánticos en su honor. Los libros litúrgicos y la mayoría de manuscritos lo han transmitido como un himno anónimo.